Una vida gobernada por impulso deja de ser
racional para pasar al lado opuesto y dejarse llevar por las pasiones o
caprichos que más nos interesan en cada momento. Es una vida de desconcierto. Nunca
sabes cuando te va a dominar un impulso y estás a merced de los estímulos que
te rodean. Si son pausados y te encuentras en un clima acorde y naturalizado,
esos impulsos estarán dormidos y aletargados esperando el resorte que los haga
florecer en un momento de mayor tensión o de cierta perdida del control de la
situación.
Sin en teoría somos seres racionales, no deberíamos
dejarnos arrastrar por estas tentaciones, pero hay que decir del hombre que no es
un ser racional al completo. Que cierta parte de él se comporta dentro de unas
pautas y maneras que se podrían nominar como racionales pero que hay momentos,
y estos suceden con frecuencia, que los atributos de las emociones y los sentimientos
dominan al ser crítico y perspicaz.
Yo me considero una persona tranquila y
racional pero es cierto que muchas veces me dejo arrastrar por las pasiones y
los impulsos, de hecho, mi vida a estado marcada por una circunstancia que no
dejaba de ser compulsiva, porque ya no tenía finalidad en si, y porque no
buscaba otra cosa que saciar mi apetito más instintivo. Ya no lo hacia porque
tuviera mas o menos ganas de tomar algo, era una obsesión que solo se calmaba
si lo hacia de manera impulsiva y sin pensar en sus consecuencias. Tengo que
decir que he sido un ser bastante poco racional y que procuro que en mi vida,
cada día entre un poco más la razón, aunque sea un trabajo a largo plazo y sea
una cuestión con la que quedarme con la
sensación de estar intentándolo mientras viva.
En los momentos que te deja arrastrar por
los impulsos, pensar cuesta un esfuerzo que casi nadie se par ha hacer. Es como
pisar el freno a tope cuando vas a ciento veinte. Algo que por ninguna circunstancia
se te pasa por la cabeza. Lo único que apremia es saciar tu necesidad. Ver como
te imbuyes de lo que reclamas como vital y necesario para vivir. Porque en ello
te va la vida. Si no sacias tu apetito sientes un vacío tan grande que te falta
hasta el aliento y el impulso no se te va de la cabeza. Lo tienes ahí metido
esperando a ser saciado y la ansiedad va creciendo mientras más tardes en satisfacer
tu necesidad.
Muy interesante tu reflexión sobre el control y "descontrol" de impulsos. Saludos Pedro.
ResponderEliminarMuy interesante tu reflexión sobre el control y "descontrol" de impulsos. Saludos Pedro.
ResponderEliminarDifícil y ardua tarea pararse a pensar. Lo extraordinario es que estamos hablando de los seres escogidos por Dios para dominar la tierra. ?Que será de los demás? Seres humanos, tranquilos y racionales...
ResponderEliminarMuy interesante reflexión amigo
ResponderEliminar