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viernes, 22 de enero de 2016

   Ariane era una mujer joven y vigorosa. Ella sola llevaba adelante la casa y el taller de costura. Sus hijas mayores le ayudaban en lo que podían, todo no tenía que recaer sobre las espaldas de Ariane. Ella se apoyaba mucho en la alegre Fátima, que siempre tenia una sonrisa en el rostro y un comentario jocoso que daba gusto conversar con ella. La familia tampoco podía pasar sin la ayuda de la vigorosa Noelia. Ruda como una piedra, fuerte como un hombre y algo menos alegre que la encantadora Fátima, pero siempre de buen carácter. Así que las tres hacían acopio y entre todas llevaban la familia. Mientras la madre se ocupaba de confeccionar pantalones y camisas, Fátima cuidaba del pequeño Alexander y Noelia era la que guisaba para que no faltase un plato que comer en la mesa. El pequeño Alexander había caído como del cielo. Era el retoño de la casa y ya tenía cinco añitos. Era muy travieso y le encantaban los animales, así que se pasaba el día entre las cabras y las gallinas. Recogiendo huevos y acariciando a los pequeños cabritos, suaves y traviesos como él.
   Hacia poco se había mudado un joven médico  a la casa que estaba cerca del cementerio. Pasaba las tardes charlando con el marido de Ariane. A este le encantaba escuchar al sanador porque siempre le contaba historias de los libros que se estaba leyendo y eso entretenía mucho al patriarca. El a cambio le explicaba como eran las gentes que vivían por allí y quién era persona de fiar y quién no, quién se pasaba los domingos en la taberna y quién montaba acaballo por el placer de disfrutar de un buen paseo. Eran complementarios. El uno y el otro habían congeniado desde un principio y se tenían mucho respeto. El joven medico, muchas noches se quedaba a cenar. Era guapo. De facciones agraciadas. Rubio como el Sol. Con los dientes brillantes y unos ojos verdes que a Fátima y a Noelia envolvían en locas imaginaciones de amor. A las dos muchachas las ruborizaba cuando se dirigía a ellas en una conversación que buscase la aprobación  o la negación de estas. El joven se daba cuenta de ello y procuraba no abusar de sus ruegos, se sentía incómodo cuando las dos muchachas se ponían coloradas por su mirada, aunque eso le levantaba el ego  y le hacía sentir un poco de placer. Era un excelente médico.       Había cursado en la Sorbona de París y ahora ejercía de médico rural. El médico que compartía con el la comarca era un señor mayor que ya estaba a punto de jubilarse y los trayectos en coche, cuando visitaba a los enfermos, se le hacían pesados. También cenaba algunas noches con ellos el hijo del tabernero, sobre todo los fines de semana. Hombre rudo y fuerte, de corpulencia extrema y de entendimiento algo lento pero de un corazón indomable y una nobleza sin parangón.
   Cuando el médico se ponía ha hablar de su época de estudiante, de cuentos y anécdotas de París, Thomas que era así como se llamaba el hijo del tabernero, no le quitaba ojo de encima a Noelia y se quedaba extasiado observando a la ruda muchacha. Esta parecía no darse cuenta mientras dejaba bagar su imaginación por las calles y locales de París  que describía el apuesto medico, porque dotes de buen narrador tenía el joven. En realidad, todos quedaban impresionados por los personajes o decorados de la historias.  Gente que tenía que vivir en pensiones con mujeres de educación liberal. Bebedores de litros de whisky. Señoritas que tenían que dedicarse a vivir en casa de  Marqueses,  Condes y Duque porque pertenecían al servicio domestico con todo el servicio vigilado por un ama de llaves para que no faltase ni una cuchara de plata. Las historias les embelesaban, había caído en el pueblo un buen narrador. No sabemos si el joven medico tenia intereses en dedicarse a la literatura, cosa que no habría echo mal.
   Pero la historia que más impacto a todos y la que acaparó hasta la atención de Thomas  fue la de chicos jóvenes y de buena figura, finos como los tallos de junco que crecían en la ribera junto al cementerio y que se hacían pasar por chicas con la intención de esta con un hombre y cobrar por ello.
-Yo no lo entiendo- dijo Thomas.
-Eso no puede ser cierto- dijo el padre de familia
Las dos jóvenes callaron intentando comprender la magnitud de la historia que acababa de contar el joven médico.
-¡Chico que se disfrazaban de chicas!
Las dos hermanas estaban atónitas. ¿Cómo era posible que eso se le ocurriese a algunos chicos? Fue la pregunta de Noelia. Jóvenes que se dedicaban al libertinaje, contexto el joven doctor.
-Pues a mi me parece una estupidez- dijo el fortachón de Thomas. Mejor es estar con una chica guapa a que sea un chico. Todos rieron.
-Pues a mi me gustaría verlos-dijo Ariane- seguro que están guapísimos con sus fulas de plumas y sus enaguas de volantes.
-A ti te vamos a hacer uno- dijo Fátima-.
- si de las hechuras de Noelia- contexto este y todos volvieron a reír.
-Harían falta tres trajes de Noelia para vestirte a ti, grandullón.-
Y todos empezaron a reír de nuevo al ver lo colorado que se ponía Thomas.
-Pues algún día tenemos que ir a París – dijo Fátima- -
Y yo os serviré de estupendo guía- contexto el doctor

   


El padre de las chichillas se había quedado igual de dormido que el pequeño Alexander escuchando las historias de joven doctor.

3 comentarios:

  1. Que fino, que elegante y que buenas ilustraciones. Un lujoso sitio para deleitarse. Un fuerte abrazo y suerte en tu nueva vida. Don Luis.

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    1. gracias or tu apoyo Luis. se que siempre te tendré a mi lado. Gracias de corazón. un amigo.

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  2. Hola, Pedro. He sabido de tu blog por ABC de Sevilla. Me llamo Antonio. Me ha gustado tu historia escrita y tu historia personal. Te deseo mucha suerte y mucha fuerza para seguir superando las trabas de la vida. Me alegra que estés estudiando y que hayas controlado tu enfermedad. Me tienes en Facebook como Antonio Espinosa Almagro

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